Los cerdos habían estado muertos en el laboratorio durante una hora: no circulaba sangre en sus cuerpos, sus corazones estaban quietos, sus ondas cerebrales planas. Luego, un grupo de científicos de Yale inyectó una solución con un dispositivo similar a una máquina de circulación extracorpórea.
Lo que sucedió a continuación suma interrogantes a lo que la ciencia considera el muro entre la vida y la muerte. Las células, aparentemente muertas, revivieron. Sus corazones comenzaron a latir cuando la solución, que los científicos llamaron OrganEx comenzó a circular por venas y arterias. Las células de sus órganos, incluidos el corazón, el hígado, los riñones y el cerebro, volvían a funcionar y los animales nunca se alcanzaron la rigidez de un animal muerto.
Al mismo tiempo, otros ejemplares, que permanecieron muertos durante una hora, fueron tratados con ECMO, una máquina que bombeaba sangre a través de sus cuerpos. Estos sí se pusieron rígidos, sus órganos se hincharon y se dañaron y sus vasos sanguíneos colapsaron.
El grupo informó sus resultados este miércoles en la revista Nature.
Los investigadores dicen que sus objetivos son, algún día, aumentar el suministro para trasplantes al permitir que los médicos obtengan órganos humanos que sigan siendo utilizables mucho después de la muerte. Y dicen que esperan que esta nueva tecnología también se pueda usar para prevenir daños graves en los corazones después de un ataque cardíaco devastador o en el cerebro, después de un derrame cerebral importante.
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