En el año 2003, David Whitlock, un ingeniero químico, estaba en una cita con su novia. Durante la velada, su novia le hizo una pregunta aparentemente inocente pero que terminaría por cambiar su vida de manera radical: “¿Por qué mi caballo siempre se revuelca en la tierra?”.
Ella asumía que David, debido a su formación científica, tendría una respuesta clara a esta curiosidad. Sin embargo, David no tenía una respuesta inmediata, lo que despertó en él una profunda inquietud y curiosidad por investigar.
David decidió embarcarse en una investigación exhaustiva para comprender el comportamiento de los caballos.
Tras dedicar tiempo y esfuerzo a este tema, descubrió que los caballos se revuelcan en la tierra para obtener ciertas bacterias que protegen su piel de infecciones y, sorprendentemente, eliminan la necesidad de lavarse.
Este hallazgo fascinó a David y lo llevó a preguntarse si el mismo principio podría aplicarse a los humanos.
Convencido de su hipótesis, David decidió llevar a cabo un experimento consigo mismo. Desde entonces, David Whitlock no se ha bañado ni una sola vez en los últimos 20 años.
Fuente: El Imparcial
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