Todos hacemos generalizaciones (¿Lo detectaste? ¡Acabo de hacerlo en esa frase!)
Son sesgos automáticos más comunes de lo que creemos y tienen consecuencias negativas importantes. Frases como “los ingenieros son rígidos”, “las mujeres son buenas para recursos humanos” o “los millennials no son comprometidos” reflejan una forma de pensar que puede limitar el potencial de los equipos y perpetuar sesgos inconscientes.
Desde la psicología cognitiva, las generalizaciones surgen del sesgo de generalización, que es una distorsión mental en la que extraemos conclusiones amplias a partir de datos insuficientes o experiencias limitadas. Este sesgo, además de reducir la capacidad de análisis, fomenta estereotipos y afecta la toma de decisiones en las organizaciones, desde la contratación hasta la asignación de proyectos.
Ejemplos de generalizaciones en el trabajo
Roles de género:
“Las mujeres son excelentes para contener a las personas.”
“Los hombres son más analíticos y, por eso, mejores para Finanzas.”
Generaciones:
“Los millennials no son leales a sus empleos.”
“Los baby boomers son resistentes al cambio.”
Departamentos:
“El equipo de marketing solo sabe pensar en ideas creativas, pero no son buenos cuidando el dinero.”
“Los de tecnología no entienden de negocios.”
Nacionalidades y culturas:
“Los asiáticos son muy ordenados.”
“Los latinoamericanos no son puntuales.”
Estas ideas, aunque parezcan inofensivas, limitan la diversidad, fomentan prejuicios y obstaculizan la colaboración.
3 técnicas para salir de las generalizaciones
Sé específico y fáctico
Qué significa: Evita afirmaciones amplias y generalizaciones, y en su lugar, describe hechos concretos.
Cómo aplicarlo:
En lugar de decir: “Siempre entregas tarde los reportes.”
Di: “En los dos últimos meses, los reportes se entregaron 2 días después de la fecha acordada.”
Beneficios: Así evitarás conflictos innecesarios y promoverás una comunicación basada en hechos verificables, no suposiciones.
Enfócate en los hechos, no en las personas
Qué significa: Analiza las situaciones sin etiquetar a los individuos. Habla sobre el comportamiento o el resultado, no sobre la identidad de la persona.
Cómo aplicarlo:
En lugar de decir: “Juan siempre se equivoca porque es desorganizado.”
Di: “El último informe tuvo inconsistencias en los datos. Revisemos juntos el proceso para asegurarnos de que no se repita.”
Así ayudas a promover un ambiente de trabajo más respetuoso y centrado en soluciones, reduciendo fricciones personales.
Cuestiona tus propias creencias y evita absolutismos
Qué significa: Revisa constantemente tus propios pensamientos y el lenguaje que utilizas. Si identificas palabras como “todos”, “siempre” o “nunca”, detente y reflexiona.
Cómo aplicarlo:
En lugar de pensar: “Todos los diseñadores solo quieren hacer cosas bonitas sin pensar en el cliente.”
Pregunta: ”¿Cuáles diseñadores han mostrado estas características? ¿Qué evidencia tengo para afirmarlo?”
Cuestionar tus propias suposiciones fomenta la autoconciencia y elimina barreras que podrían perjudicar las relaciones laborales.
En palabras de Brené Brown: “Las historias que nos contamos a nosotros mismos pueden limitar lo que somos capaces de construir juntos.” Cambiemos nuestras narrativas internas para abrir puertas y no cerrarlas.
Comentarios