El pasado 28 de septiembre, Emilia Campos se casó en un salón ubicado en Tafí Viejo. Cómo es habitual en los últimos tiempos, los novios colocan una urna en el ingreso al salón en dónde los invitados depositan dinero como regalo. «Pusimos una urna confeccionada por nosotros totalmente sellada, que era imposible de abrir», explica la joven.
Al día siguiente, cuando abrieron la caja, les llamó la atención que había pocos sobres, teniendo en cuenta que habían asistido 250 invitados. «Faltaban los sobres con los nombres de amigos que tenemos muchísima relación, y decidimos con mucha vergüenza preguntarles si qué había pasado», dijo Emilia.
Así fue que se enteraron que a la par de la urna que los novios habían colocado, había un cofre chico. «La coordinadora de eventos puso una caja chiquita al lado de mi urna», comentó la novia. La mencionada mujer les decía a los invitados que pongan el dinero en ese cofre y si por ahí por la cantidad de billetes no entraban, ella misma lo abría para que depositen.
Emilia relató que se comunicaron ese mismo domingo con el dueño del salón y tanto él como la coordinadora de eventos negaban el hecho. El hombre les decía «que era una empleada de total confianza». Sin embargo, después el hombre se comunicó con los novios y les dijo «si les robó, acaba de confesarme».
Al día siguiente se reunieron el dueño, la coordinadora y el esposo de Emilia. «Ella confesó en la cara de mi marido lo que había hecho. Dijo que era la única responsable pero después confesó que fueron siete personas que se repartieron nuestro dinero».
El dueño del salón les devolvió parte del dinero y les prometió que cuando ellos regresaran de luna de miel les completaba el resto. El cálculo de lo robado lo hicieron de acuerdo al testimonio que fueron recogiendo de los invitados. Sin embargo, Emilia asegura que se comunicaron con el hombre y nunca más respondió y a partir de allí decidieron hacer pública la situación.
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