El Turco Naim habló de su nueva vida, luego de la separación de Emilia Attias y reveló el emprendimiento que desarrolló en Montañita, Ecuador. El actor buscó paz después del drama personal que lo dejó en boca de todos y ahora se siente feliz y pleno.
Invitado a Almorzando con Juana, el artista contó que llegó a ese destino paradisíaco hace 30 años en busca de olas y agua cálida para poder surfear. “Me quedé tres meses en aquel momento. Y después fuimos varios años seguidos y nos hicimos parte del grupo. Nos conocemos todos”, explicó.
“Cuando me separé, hablábamos y le dije ‘Mirá, me quiero acomodar un poco, me voy un tiempo allá. Vos fijate, yo necesito bajar un poco de tierra’. Porque venía por el pasto y volví a la ruta”, comentó sobre la ruptura con la mamá de su hija Gina. Y reveló: “E hice un bar y ya está funcionando”.
Sobre el bar grill de playa dijo: “Es increíble, está sobre el mar, 40 metros… Hacemos muchos pescados. Si bien es un bar grill, tengo también parrilla vegana”.
En cuanto a la temporada, precisó: “Había muchas ballenas. Fue un poema, pero estaba muy solo igual porque realmente estuve en la baja… temporada y anímica”. “Tuve que bancármela”, admitió.
A modo de cierre, habló de su presente: “Estoy solo, pero bien, con muchos amigos… Estoy feliz con eso. Hay veces que necesitás distancia. La vida dirá, qué sé yo, el viento. No sé. Pero bueno, ahora, en esta etapa”.
Turco Naim contó qué lo enamoró de Montañita
Consultado por qué se enamoró de ese destino, el Turco Naim dijo: “Yo surfeo desde que tengo 10 años. Y llegué a Montañita hace como 30 años porque fui surfeando toda la costa del Pacífico y el agua era fría. Estaba en Lima y me le quejé a un italiano, le digo ‘qué lindas las olas, pero qué fría el agua’. Y me habló de Ecuador”.
“Me tomé un ómnibus, estaba con una chica que surfeaba en esa época… Ella lloró todo el viaje porque la saqué de Lima, que era divino, para recorrer 24 horas de desierto, todo nublado. Yo le dije ‘tranquila, que me dijeron que está bárbaro’”, aseguró. Y recordó: “Cuando llegamos a la frontera, me querían romper una tabla por si llevaba droga. Le pedí tanto y le di 20 dólares y no me rompió la tabla”.
“Llegamos a Montañita y no había nada. Solo un restaurante con unas ollas negras. Pero cuando vimos el mar… el agua caliente. Montañita es una gran bahía”, cerró.
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